“Para meditar sobre el cansancio en tiempo de vacaciones”

 

Texto extraído del libro “Estoy cansado”, de Anselm Grün, Editorial Guadalupe, 2014

Todas las personas sienten cansancio… Pero existe también el cansancio como descripción de un ser humano sin fuerzas y sin impulso, que no está capacitado para asumir su vida y su mundo con compromiso. Es el cansancio como fenómeno social. La sociedad puede cansarse.

Junto a este agotamiento se da el cansancio que nos permite un alto, que nos ofrece una oportunidad para un nuevo comienzo y que nos dispone para la dimensión contemplativa de la vida. En este sentido el cansancio nos une, de una manera nueva y sin palabras, con los demás y con el mundo, caso contrario, agota a los hombres por su acentuado positivismo y por el imperioso impulso a obtener rendimientos cada vez mayores.

Todo fenómeno humano tiene siempre dos caras. Lo que nos interesa es reconocer las dos caras del cansancio y tratarlas de tal modo que se conviertan en bendición para nosotros. El cansancio nos obliga a ser humildes, a reconocer nuestras limitaciones. Nos señala los fundamentos profundos de nuestra vida. Pero también nos puede llevar al estrés y al hastío de la vida. Depende de nosotros cómo lo percibimos y cómo acertamos a tratarlo.

El primer paso: reconocer que nos cansamos, que ahora estamos cansados. El segundo paso consiste en afrontar al cansancio y, mirándole a los ojos, averiguar lo que quiere decirnos.

El tercer paso exige de nosotros una reacción frente al cansancio: o irnos a dormir y gozar de la recuperación, o hacer lo que se corresponde con nuestro cansancio.

También nos obliga a plantearnos las preguntas acerca de las causas profundas de nuestro cansancio. Tal vez entonces el cansancio pueda revelar importantes afirmaciones sobre nuestra alma. Descubriríamos así lo que nos ha cansado y el motivo de nuestro cansancio.

El cansancio nos invita a poner acentos nuevos en nuestra vida y, a veces, a cambiar de dirección. Pero su meta auténtica es la contemplación. A través del cansancio debemos penetrar hasta el fondo de nuestra alma, allí donde no tienen acceso los problemas del mundo, donde somos uno con nosotros mismos, uno con el cosmos, uno con Dios.

Este es el cansancio bueno, el cansancio clarividente y unificador, que nos hace bien personalmente y a la sociedad.

En este fundamento interior, al que el cansancio nos podría llevar, estamos vivos y atentos.

Brota de nosotros una fuente que no se extingue. Si bebemos de esta fuente, nunca estaremos agotados ni acostados, sino realmente cansados para volvernos de nuevo, en el cansancio, hacia el interior, allí donde somos uno con nosotros mismos.

Allí, en el cimiento de nuestra alma, nos mantenemos vigilantes. Pero no se trata de una vigilancia extenuante, sino de la vigilia de quien consiente el cansancio corporal y espiritual. Es la vigilia del ser puro. No tenemos que obligarnos a permanecer vigilantes. Si en el ocio nos inclinamos hacía nuestro interior, descubrimos la vigilancia que nos permite ver las cosas tal como son. Y entonces no estamos cansados frente al mundo, sino que configuramos este mundo con nuevas ideas, tal como corresponde a su esencia. Lo configuramos del tal modo que resplandece cada vez más la figura en que Dios ha soñado el mundo.

IMAGENES: OLEADA JOVEN. www.oleadajoven.org.ar