Pastoral Social

«El hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos concretos» (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 31). Por eso, así como se dice que a la vivencia de la religiosidad popular se la atiende con la pastoral popular, también puede proponerse que a la realidad social, económica y política del pueblo se la sirve y se la evangeliza con la pastoral social.

En un sentido amplio, es todo el pueblo creyente el que vive, con más o menos coherencia, los ecos del Evangelio en lo cotidiano de la vida y transmite sus implicancias en el contexto histórico concreto incluso a través de las experiencias religiosas.
Compartimos experiencias de nuestra Comunidad:
+Aporte de la Pastoral Carcelaria:
El accionar en la unidad 21 del Servicio Penitenciario, cada jueves, nos ha hecho vivenciar testimonios como los que a continuación les relatamos:
“Se llamaba Carlos. Tenía 4 años cuando  fue abandonado por su mamá en una estación de tren. Ella le dijo “Enseguida vuelvo…” pero nunca regresó. Lo criaron “los vagos de la calle” y lo acompañaban los perros de la calle.”
“Era policía, Jorge, y estaba contento de estar pagando su pena. Había matado,” algo muy malo”. El había salido a la calle a trabajar, no estaba bien y se había dedicado a la droga y al alcohol  porque mataron a su novia y no pudo defenderla.”

Y también, hay situaciones esperanzadoras… como la de “Juan, un preso,  que se convirtió profundamente al Catolicismo. Fue recuperado de la droga en el centro de rehabilitación de Devoto. Cuando lo conocimos hacía 7 años que la había dejado”.
En la cárcel aprendió a reparar calzados.
Tuvo una buena terapia y muy, muy de a poco fue recuperando a su familia (que no quería saber más de él). Al salir de la Unidad 21 lo esperaban 16 familiares.
¡Su fuerza fue Jesús!

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Por su parte,Susana B.  Rojas Campos del Equipo de Pastoral del Enfermo nos introduce en la historia de José.
“José  es un chico que hoy tiene 37 años. Hace 8 años que está con rehabilitación. Lo conocí y acompañé en ALPI con otras voluntarias también, pude prepararlo en su catequesis para los Sacramentos.
Tiene muletas que reemplazan sus caderas, sus rodillas, sumado a su visión de un solo ojo y problemas de habla…
Ahora, los invito a conocer el relato de José, un testimonio de vida:
“Era un día cualquiera. Trabajaba en el delivery de la pizzería hasta las 24. Después -como casi todos los viernes- terminaría en el pool con unas cuantas birras de más,  era la previa del fin de semana…
Lo último que recuerdo fue una frenada. Yo por los aires y un gran dolor que continuaría en todo mi cuerpo, después que desperté de estar en coma, un mes…Se sucedieron muchas operaciones! No quería mirarme al espejo, no era yo físicamente…tampoco interiormente sería el mismo!
Allí, conocí al Amor de los Amores: Jesús.
En el médico, me enamoré de Ana, una compañera de rehabilitación en el hospital de día de ALPI que está en silla de ruedas…  Ella me ayudó mucho y nos casamos en 2014.
Después de 8 años, sigo en rehabilitación.
Hoy, como cada día, le ofrezco  a Cristo mi vida, con todo el corazón, esa vida nueva de mi ser interior. ”Gracias Señor porque Tú estás conmigo”.

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