Jornada Nacional del Enfermo

El próximo 8 y 9 de noviembre celebramos la Jornada Nacional del Enfermo. Rezamos en comunidad por ellos…

Enfermedad como medio de transformación

En mi tarea de atención de pacientes constato a diario cómo los síntomas o las enfermedades -ya sean de orden psíquico o físico- funcionan frecuentemente como alarmas, llamados de atención, que nos alertan de una necesidad de cambio en nuestro estilo de vida y de la manera de cómo enfrentamos las diferentes situaciones de la misma.
Estas representan a nivel simbólico lo que nos ocurre interiormente, lo que no está ordenado ni en armonía con nuestro ser.
Desde una mirada espiritual, son heridas que se transforman en puertas de entradas de la gracia de Dios, para hacernos más humanos, más sensibles a nuestra realidad, propiciando un encuentro más cercano y vivo con Él.
El monje benedictino Anselm Grun nos dice:
“La enfermedad puede brindarnos una excelente ocasión de hacer el descubrimiento de nuestro tesoro. Si nunca cayéramos enfermos viviríamos en la superficie falsificada de nuestra naturaleza humana. La enfermedad vendría a ser como un grito de Dios que nos introduce en la verdad y nos orienta en dirección al tesoro que hay en nosotros”.
La enfermedad entonces, se convierte en una maestra que nos viene a enseñar algo de nuestras vidas, que tenemos que transformar para seguir adelante creencias, estructuras, que provocaron rigidez y paralización en nuestra historia y nos impiden en el presente, avanzar en la vida.
Observo que los pacientes que se arriesgan, se comprometen al cambio y transformación de estas creencias, generan – en algunos casos- la remisión del síntoma de la enfermedad, mostrando que somos seres integrados: cuerpo, alma, mente y corazón.
Cuando estos elementos que nos componen están en armonía, gozamos de una vida plena y satisfactoria con nosotros mismos y con los que nos rodean, gestando nuevos proyectos y reencontrándonos con la misión a la cual fuimos llamados por Dios a cumplir en esta vida.
“Vivir una espiritualidad encarnada” es uno de los principales elementos que nos ayudan a generar éstas transformaciones.
Nos convoca a no posicionarnos en el lugar de víctima preguntándonos ante una enfermedad ¿Por qué a mí? , sino desde una actitud activa y de fe nos lleva a cambiar la pregunta por ¿Para qué? ¿Qué me está diciendo esta enfermedad que debo cambiar de mi vida?
Es en el encuentro íntimo con El, en la oración, donde puedo ir dilucidando y construyendo el camino hacia la transformación de mi persona.

Lic. Marcelo Sinner
Coordinador Asistencia Psicológica

Imagen llamados de atencion enfermedad Imagen enfermedad Imagen de enfermedad transformada (1)

 

 

 


CLAMOR Y OFRENDA DEL QUE SUFRE

¿Por qué a mí, Señor? ¿Por qué me aqueja este mal?
¿Cómo puedo comprender este dolor que siento, no sólo en el cuerpo, sino muy dentro mío?
¿Por qué hay que sufrir en esta vida, si Tú quieres la felicidad para nosotros?
Me has engendrado, Señor; Tú me has llamado a la vida. Pero a veces siento que esa misma vida se me escapa, que pierdo el control, que mi cuerpo denuncia más fragilidad que fortaleza.
¿Qué es lo que no alcanzo a comprender, Señor?
Algún significado ha de tener mi sufrimiento; lo busco, sin embargo no alcanzo a descifrar su misterio.
¿Cuál es la razón de esta angustia, la causa de esta tristeza interior?
¿Qué sentido tiene contarte lo que Tú ya sabes?
Muchas preguntas, Señor, sin respuesta aún.
¿Será falta de fe? Abre mis ojos y mi corazón para reconocerte.
¿Será falta de esperanza? Ayúdame a vivir la cruz desde tu resurrección.
¿Será falta de amor? Remueve mis entrañas para vencer mi egoísmo.
Algunos dicen que el sufrimiento es un castigo divino. ¿Cómo puede ser, si todo lo que soy y lo que tengo es gracias a tu misericordia?
Otros dicen que el sufrimiento es el destino del hombre. ¿Cómo puede ser, si Tú nos has llamado desde siempre a la vida?
Están los que afirman que el sufrimiento está sólo en la mente humana. ¿Cómo puede ser, si Tú has padecido físicamente la agonía de la crucifixión?
Ya que no hay respuestas, Señor, ¿puedo ofrecerte mis dolencias para que tú las conviertas en gotas de ternura para tantos niños huérfanos y desamparados?
Quiero brindar mi plegaria, Señor, para que Tú las transformes en gestos de contención para tantas personas solas y abandonadas.
Que la ofrenda de mi vida, Señor, sea un bálsamo en el corazón de tantas familias quebradas y a la deriva.
Que mi oración alcance, Señor, a quienes buscan el sentido de sus vidas aún rodeados de seguridades. Amén.

P. Marcelo Cattáneo svd